Los aztecas la llamaban Huaxyacac, “Lugar donde crecen las calabazas”; los españoles la rebautizaron Oaxaca. Es, al sudoeste de México, provincia donde las montañas van hacia el mar, el verde linda con el rosa que limita con el malva que llega al azul Pacífico. Laderas áridas junto a una flora mágica. A veces el sol es tan fuerte que te quema el corazón.
Se dice que las mujeres de Oaxaca son hermosas.
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Oaxaca está salpicada de iglesias, sobre todo verdes, pero
también blancas, ocres y doradas, de complicados relieves, cuyos muros encierran balquines, vírgenes, coronaciones, nichos, santos, cristos, reliquias, retablos, cirios y
oraciones. La embriaguez del barroco. Los instrumentos de culto. La pureza de
la Fe
Rauda Jamis,
del libro: “Frida Kahlo”